Llegamos a Benidorm
como quien no llega
al lugar de la eterna fiesta.
Yo iba morena.
Tú ibas discreto.
Los niños quedaban
con una abuela.
Pagaba el banco
aquellas verbenas
sin pensar que éramos
los pobres currantes
más llenos de deudas.
¿Recuerdas aquel
vestido tan verde?
Fue la última compra
con una tarjeta.
Después vino el caos...
¡Qué morosos éramos!
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