Ha llegado la nueva secretaria
pisando fuerte, hablando alto.
Se escuchan los rumores
como el viento en el páramo:
es la nueva amante...
Don Rufino sonríe
y le toca el brazo.
Desde que es el jefe
tiene dos secretarias.
La nueva no sonríe
porque es muy estatua,
la que estuvo siempre
se ríe porque estafa
al jefe con un sueldo
que antes no cobraba.
Don Rufino se mira
al espejo y canta
mientras afeita mal
la barba que le espanta.
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