Nuestro amor fue un amor
de tardes y de meriendas.
Me llamabas pidiendo hora
para bajar de tu casa a la acera
y allí encontrarme esperando
un beso que sabía a queso.
Recuerdo con hambre el bocadillo
que sacabas de una servilleta
y acercabas a mi boca,
y mordía...
¡Qué rico era!
Volvía el beso.
¡Y otro!
¡Y otro!
¡Y otro más!
Tu madre se asomaba por la ventana.
Gritaba como gritan las suegras.
Escondías la cara en mis pechos
sobrados de adolescencias,
dejando el recuerdo del aliento
del queso Quesería de la Vera.
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QUESO QUESERÍA DE LA VERA: EL QUESO QUE HUELE A QUESO
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