Fueron casi quince años
en la misma oficina,
en la misma casa,
con el mismo jefe,
compartiendo horarios.
La ve irse hacia otro trabajo,
le desea suerte.
Ella ríe y marcha.
Deja el café sin azúcar,
los churros mojados,
un periódico compartido,
las confidencias susurradas.
Marcha dejando el perfume
en el cuarto de baño.
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