El bombón era tan amargo
que olvidó a Cenicienta
y se fue con la hermanastra
que hablaba inglés a veces.
Soñaba sin despertarse
del dolor de aquel bombón
lleno de nata por fuera
y por dentro buen licor.
La hermanastra lo miraba
sin saber que el soñador
que había encontrado
era una decepción.
Así se lo dijo un día
Cenicienta sin dolor:
el amor que había sentido
era olvido sin perdón.
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